El escándalo Petovello (delito por retención de alimentos y corrupción por sobresueldos) no es el primero que mancha a LLA, es el primero reconocido por dicho espacio político. Ya en la campaña se mencionó la "venta" de escaños en el parlamento, cuando Milei no era más que una amenaza. Fragmentado el país, empobrecido, atascado en una encerrona de miseria, por ahora sin atisbos de salida, ahora aparecen las pústulas, infecciones purulentas que perforan la piel de la derecha para expandirse sobre el hambre del pueblo. Sin diferencia alguna con el escándalo Insaurralde que selló la derrota de Massa, pueda ser que esta vez la gente acabe por entender que la corrupción no es atributo exclusivo de ninguna ideología sino un defecto de fábrica del hombre que rige a cuatro vientos en cualquier sitio del planeta (si alguien aún duda, véase la condena a Trump, sin perjuicio de que la misma no alcance para atentar contra su candidatura, abonando la estupidez humana).
El delito de retención de alimentos en cabeza de la Ministra es de otro orden. Allí no hay corrupción, hay ineficiencia en la gestión y un desprecio olímpico, rayano a la crueldad, por el otro. Peor aún, por el "sufrimiento" del otro. Alguna vez un personaje de ficción aseguró que para administrar el hambre es imprescindible haberlo sentido. Sólo la sensación acerca el peso del mismo, nunca el concepto, que más bien opera en el pensamiento, jamás en el cuerpo.
La condena no exculpa al condenado, sólo reafirma su condición. No cambia el pasado ni revierte el daño causado, pero una sociedad inteligente debería saber interpretar su contenido, tener capacidad de "leer" el verdadero sentido de la misma y, finalmente, permitir corregir la mirada equivocada. Cierto que para ello es imprescindible despojarse de prejuicios, uno de los cuales sigue aún vigente entre el electorado argentino que, según las encuestas, aún tiene entre sus favoritos al monigote, este personaje que, a juzgar por su gestión presidencial parece estar tomando venganza de sus propio resentimiento acuñado en postergaciones infantiles y adolescentes, cumpliendo el anhelado "sueño del pibe" sobre la postergación ajena.
Resulta literalmente increible que muchos votantes de LLA aún crean que esto es mejor que el populismo y que este estado de cosas sea consecuencia del mismo. Semejante rigidez mental tampoco resulta auspiciosa de cara al futuro. Que Dios se apiade de nosotros.
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