martes, 10 de febrero de 2015

¿Dónde está la araña?

Desde el último engaño masivo (mundial 2014) este blog ha guardado silencio y el mundo ha cambiado muy poco (para mal, desde luego), de modo que la nueva marcha del silencio propuesta en homenaje a Nisman tampoco servirá de mucho. Además, no está claro que el pedido de justicia sea formulado por fiscales que imparten justicia. Con semejante ejemplo mañana tendremos a Moyano exaltado pidiendo parar la producción de camiones o al gremio docente solicitando cerrar escuelas. Pero el sentido de este blog apunta a otro fenómeno en el que no se ha reparado demasiado: el efecto "redes sociales", curiosamente inquietas (según vociferan algunos medios) cuando aparecen estas convocatorias a marchas, como si la injusticia fuera más peligrosa que la falta de luz o de agua potable.
Las redes sociales constituyen el mecanismo exacto para seducir ingenuos. Los insectos que caen en estas redes cuya araña nunca está visible a los ojos de nadie sienten que "participan", simplemente por expresar alguna idea ramplona o algún improperio, jamás una argumentación, entre otras cosas porque la brevedad de los textos lo impide, mecanismo que resulta ideal para pensamientos "cortos" en todos los sentidos del término.
Pero lo que resulta mucho más "útil" de las redes, es su anonimato (sabemos que se pueden inventar titulares a discreción), con lo cual constituyen un colectivo de fácil maniobra. ¿Alguna vez las redes sociales se han mostrado a favor o en contra de alguien? Podría decirse ingenuamente que sí: al apoyar u oponerse a ciertas convocatorias; pero sería menos ingenuo pensar que el apoyo o el quite del mismo es más bien producto del medio que da la noticia. Veinte tweets reproducidos en favor de la marcha en un noticiero central se transforma mágicamente en "apoyo" por el efecto contaminante de la información masiva; veinte que estén en desacuerdo provoca el inmediato efecto inverso.
Las redes sociales son una multitud constituida en la cabeza del sujeto, del mismo modo que una imagen de cincuenta personas tomadas por una cámara en la perspectiva justa, puede convertirse de un soplo en una impresionante muchedumbre de cincuenta mil. Hemos conocido casos de plazas "atiborradas" que contenían magros grupetes de personas, del mismo modo que escenas de violencia pretéritas suelen crear climas de violencias "actuales". Tal como la imagen distorsionada construye espejismos, las redes hablan en el oído popular. Lo que nadie ha visto jamás es a la araña.