viernes, 5 de octubre de 2018

La "Letrina" Irurzun

Sería vulgar discurrir aquí sobre la prisión preventiva y su debida aplicación en el convulsionado momento sociopolítico que vive hoy nuestro país. Sí, en cambio, es pertinente (y conveniente) aclarar que la "prisión" nunca "prevé" nada, pero sí siempre "priva" a su destinatario de la libertad (nada menos). Y todo aquello que limita algo por la fuerza es un modo de violencia. También corresponde aclarar que en algunos casos, afortunadamente los menos, puede ser imprescindible el uso de la fuerza para evitar males mayores. En eso justamente se inspira la prisión preventiva, para aquellos casos extremos donde está presente el riesgo de fuga y la necesidad de preservar de pruebas, amén de que deban existir "fuertes indicios de culpabilidad". Claro que estos tres elementos que ameritarían una prisión preventiva son siempre opinables y caen en el dominio íntimo del juez que la instruyó. Así las cosas, siempre una prisión preventiva será el resultado de la particular visión que del caso tenga el juez de la causa. Nadie quiera saber qué ocurrirá si el juez de la causa tiene una visión opuesta de las cosas respecto del "prisionero" o, peor aún, cuando ambos tienen ideologías opuestas. El juez debe ser siempre objetivo aducirán los mal intencionados de turno y los proverbiales ingenuos de la "ancha avenida", claro que la asepsia ideológica es imposible en cualquier individuo integrado a una sociedad con diversidad de pensamiento, ideas, culturas, niveles de instrucción, etc. Precisamente el rasgo distintivo de una sociedad es su diversidad, de modo que la objetividad pura es una suerte de oxímoron jamás alcanzable.
Aclarado este mecanismo, la reflexión apunta ahora a los nerviosos referentes del oficialismo que en masa (ninguna alusión al inestable Sergio), se apuran a condenar la caterba de "preventivas" con que el juez Bonadío sembró la peligrosa jurisprudencia argentina. Seguramente algún preclaro se puso a pensar que en poco más de un año el nuevo engaño electoral que renovará al Ejecutivo puede traer malas noticias para los responsables del actual macricidio. ¿Alguien acaso de ha puesto a pensar en la imagen de Macri, Peña, Dujovne, Sturzenegger, Caputo y Laura Alonso (sería enorme premio para la "anticorrupta" compartir prisión con los hombres) haciendo un truquito de seis en el patio de Marcos Paz? Seguramente nadie imaginó esta ambiciosa fantasía, salvo los mencionados truqueros o alguno de sus secuaces más sensibles a la incertidumbre del futuro. El miedo no es zonzo, muchachos... De paso, también algunas "muchachas" deben poner "bozo y mentón" en remojo.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Misteriosos contenedores

El poder económico opera desde siempre con un sistema infalible: avanza con nuevos mecanismos de control (!bendito Foucault!) solamente cuando la resistencia se torna peligrosa. En nuestro país operó desde dentro mismo de la organización nacional - hacia mediados del siglo XIX lo hizo oponiendo "civilización" a "barbarie", y en esa construcción empleó el "fraude patriótico" como mecanismo de perduración en el gobierno -, hasta que la resistencia de vanguardia (la izquierda en general, en especial anarquismo y socialismo) franqueó el acceso al gobierno a Yrigoyen, primer "populista", luego demonizado, elevado a la condición de "perverso" y finalmente derrocado violentamente (1930). El segundo, Perón, alcanzó a dignificar la base de la pirámide social con algunos derechos, situación tolerada hasta que una variopinta "oposición" (desde la Iglesia hasta el Comunismo) timbreó los cuarteles y bombardeó Plaza de Mayo (1955). El "depuesto" acabó siendo ladrón y degenerado sexual. Como no pudieron con los piojos (los "cabecitas negras" no podían sacárselos de la cabeza), permitieron el retorno (1973) revelándose entonces sus propias diferencias internas (alas derecha e izquierda), razón suficiente para activar nuevamente los fusiles (1976), esta vez con la crueldad misma con que es concebida un arma de fuego. La misma dormidera cerebral que propone el "uniforme" fue licuando la negrura militar en blancura de pañuelos hasta la llegada del tercero: Alfonsín (1983), inmolado en la "democratización", desde luego ayudado por un nuevo mecanismo que el poder económico viene utilizando hasta nuestros días: la colonización mental a través de la dominación de los medios masivos de comunicación. Ya no sería más necesario el fusil, la clase media "arrebañada" y estimulada contra el pobre como un toro antes de la lid, sería la encargada de barrer la alfombra roja que restituiría el poder político al poder económico. El paso previo fue, ya no la idealización de un "corrupresario", sino la compra directa (sin licitación) de un riojano patilludo, no precisamente el tío del Pato Donald (¿recuerdan los argentinos sus palabras?: Si yo hubiera dicho qué iba a hacer no me votaba nadie. En el cuarto episodio, el apellido Kirchner perduró más de la cuenta en el poder y cometió el gran pecado de reincidir en el privilegio de la distribución sobre la acumulación. No solamente fue desplazado mediante la mentira y el odio electoral sino que esta vez quieren "exterminarlo". Y si no es vía judicial (nuevo sistema empleado), será vía mediática mediante algún contenedor enterrado con dinero que seguramente descubrirán una semana antes de las elecciones. Víctor Hugo no debería insistir en que "no encontrarán dinero", es incitarlos a que "lo hagan". 

sábado, 24 de febrero de 2018

La diatriba de la hinchada al Presidente

No parece justa la diatriba que el sector disconforme del pueblo le obsequia al Presidente de los argentinos cada vez que puede, no solamente en cada partido de fútbol sino también en cuanto lugar se reúna un número suficientes de disconformes, por caso el subte D, el mismo que cada mañana transporta a los habitantes del norte porteño, tan caro al partido gobernante. El cada vez más célebre "Mauricio Macri la p...", remite a los groseros insultos que cada parcialidad futbolera profiere a los árbitros de fútbol cuando no comparten alguna decisión relativa al referato, por ejemplo un penal en contra. Claro que la verdadera razón de esa crítica sólo puede sustentarse en la idolatría (irracional desde luego como cualquier idolatría, sentimiento que jamás ancla en el hemisferio adecuado del cerebro humano). Vaya uno a explicarle a un boquense que ese penal sancionado a favor de River en los 45' del segundo tiempo, cuando Boca ganaba 1 a 0, era realmente penal. Lo adecuado frente a este exceso debería ser ignorar el insulto proferido al Presidente por esas multitudes irreflexivas que adquieren comportamiento de horda cuando son arrastradas por la irracionalidad, fundando tal desprecio en el peso irrelevante que tiene el pensamiento de las mayorías, no olvidemos que "mucho" no necesariamente es igual a "bueno", sobre todo teniendo en cuenta el resultado de las últimas elecciones. Sin embargo lo mucho tampoco debería despreciarse, al fin y al cabo es relativo a la democracia con lo cual uno debería cerrar la boca y tolerar la "muchidad" con estoicismo, no obstante la conocida opinión del siempre citable Borges: "La democracia es una exageración de las estadística". Pero más allá de estas reflexiones previas, cualquiera fuera la lateralidad que asumamos ante la brecha ideológica que alcanza a todos los argentinos, lo que no puede negarse es que el nunca justamente valorado Mauricio Macri viene haciendo denodados esfuerzos para poner en cada sitio justo lo que él cree justo para cada sitio. Evidentemente la justeza de los sitios también divide a los argentinos, pero lo cierto es que hasta de mal gusto resulta, creer que la madre del presidente haya sido meretriz por la mera simpleza de que su hijo haya beneficiado a unos pocos en detrimento de muchos, hecho que confirma que la democracia es, sin duda, una exageración de las estadísticas. Tan cierto es que la diatriba popular hacia el Presidente resulta exactamente igual a la que la hichada de fútbol le obsequia a los árbitros cada domingo, que incluso hasta podrían confundirse ambas si no fuera por la única diferencia que las distingue: los árbitros de fútbol no la merecen.