domingo, 15 de noviembre de 2015

Ojos que no ven...

Sucedió la tragedia de París pese a las advertencias al respecto. Y puede colegirse que sucederán otras atento a que vienen sucediendo desde hace tiempo sin solución de continuidad. El horror, el espanto y el estupor que sacudió al mundo no fue sólo por el cruel atentado sino también por la magnitud con que los civilizados medios filoeuropeos ametrallaron a millones de ojos y oídos distraídos en la delgadez de Angelina Jolie y el último gol de Neymar. Casi a diario suceden matanzas de inocentes en distintas guerras planetarias escondidas en el "avance científico" y la "defensa de la libertad", por caso las que sobrevienen por el veneno que destila la minería a cielo abierto, o en las experiencias realizadas en minorías invisibles al mundo para probar nuevos medicamentos, desde luego en "aras del progreso". O más solapadamente en la desigualdad que propicia y estimula obscenamente el mundo capitalista enriqueciendo la punta de la pirámide social en detrimento de la base. ¿Y porqué entonces nos conmueve tan fuertemente este episodio? Sencillamente porque alrededor del mismo se construye un escenario que apela al viejo y siempre utilizable maniqueísmo donde los malos atacan a los buenos segando vidas inocentes.
La televisión argentina se ocupó de entrevistar a doloridos concurrentes a la embajada francesa para dejar su ofrenda como testimonio de solidaridad con el pueblo francés, y entre otras lanzó al aire la opinión de un niño con claro acento francés que señalaba algo así como que "a la Francia no le harán esto", clara invocación a que la historia gala no permitiría semejante ofensa sin buscar reivindicación. Y parece que el gobierno francés escuchó al niño porque al día siguiente lanzó una ofensiva sobre el pueblo sirio en el que seguramente decuplicó la cantidad de muertes inocentes por las que nadie entregará una ofrenda floral, simplemente porque el pueblo inocente de cualquier nacionalidad que sea no tiene embajadas en ningún lugar del mundo. Lo que seguramente ignora el niño entrevistado es que tampoco el estado islámico permitirá que continúen las matanzas que el mundo civilizado provoca en distintos sitios del mundo, sobre todo cuando debajo de esos sitios abunda el petróleo tan necesario para que la máquina destructora del progreso siga impulsando en forma indirecta tráfico de armas, terrorismo y venganzas que tampoco parecen tener solución de continuidad. El Papa Francisco ha insinuado estar ante una tercera guerra, lo que no dijo es quién la inició, y lo que menos aún se denuncia es porqué lloramos algunos ataques mientras otros se disuelven en la indiferencia mediática.