lunes, 28 de enero de 2013

¿Macri populista?

La noticia está llegando por mail. Mediante la ley 4407 el macrismo legisló sobre el cobro de servicios de mesa en restaurantes porteños, disponiendo en el Art. 1, "poner a disposición de los clientes dentro de los conceptos mencionados ("servicio de mesa", "cubierto" o cualquier denominación equivalente) un mínimo de 250 cc de agua apta para el consumo, por persona". El Art 2 dispone "la prohibición del cobro del denominado "servicio de mesa" o "cubierto", a menores de 12 años de edad"
Tratándose de una ley pro-piciada por "el mejor equipo de Buenos Aires", sería recomendable alguna aclaración, visto que el jefe porteño, desde el famoso contrabando tirangulado, frecuenta el célebre aforismo "hecha la ley hecha la trampa". Por ejemplo no especifica cómo debe ofrecerse el misterioso cuarto litro. No sea que cuando el consumidor reclame reciba un manguerazo equivalente al contenido cúbico. Y a quejarse al defensor del pueblo. En cuanto a la prohibición del cobro a menores de doce años, ahorraría muchos dolores de cabeza aclarar si los padres también son alcanzados por el beneficio. No sorprendería que el restaurante - si cobra servicio de mesa debe ser al menos caro -, reclamara alegremente al progenitor el pago respectivo, aduciendo que la reglamentación tiene vigencia en caso de niños solos. La ley no dice nada al respecto. Otro interrogante que plantea, asociando las disposiciones de ambos artículos, es saber qué sucedería si algún pibe de la calle se sentara en una mesa de El Bistró (Faena Hotel Buenos aires) o Patagonia Sur, y pidiera sus legítimos 250 centímetros cúbicos de agua - siempre que no vengan a presión y en manguera, desde luego -. Si acaso la gratuidad estuviera asociada al consumo, no se ve claramente dónde está la gratuidad. Como aquellos restaurantes que ofrecen un 20 % de descuento de martes a jueves, y aplican un aumento similar al cerrar el lunes hasta el viernes a la cero hora.
Bien podría pensarse que de cara a un nuevo período electoral, el jefe porteño auspicia políticas blandas a los sectores más necesitados. Menos insidiosos, también podemos figurar un Macri tierno a causa de la celebérrima Antonia  - heroína casi tan popular como "Cacho", o la olvidada "Doña Rosa" -; sucede que en este transgénico milenio, los hijos maltratan mucho a los padres. 

jueves, 24 de enero de 2013

¿Informar escracha?

La última advertencia de Hebe de Bonafini sobre los pronunciamientos de la Corte Suprema tiene varias lecturas. Al margen de las formas empleadas por la resistida Madre de Plaza de Mayo, estilo que para muchos invalida el contenido de su discurso, no obsta para que analicemos asépticamente el mismo. Sin perjuicio de la intencionalidad con que los medios hegemónicos fustigan sus dichos, enfatizando la "amenaza de invadir la Corte", en lugar de juzgar el alerta sobre su desempeño, derecho de cualquier ciudadano para observar el comportamiento de "sus empleados" - un funcionario público es un empleado del pueblo -, visto que no se ha cumplido la temida invasión - en realidad esperada para caerle con todo -, ahora han cargado sobre la nueva estrategia empleada por Bonafini: hacer público el currículum de cada integrante del Poder Judicial para que la multitud silenciosa sepa quiénes son los responsables de aplicar la ley.
Nuevamente evoco a Pepe, mi recordado compañero de secundario quejoso de que nunca lo llamaran al frente para demostrar su sabiduría. Viene a cuento porque hacer público un currículum siempre es un orgullo para el hombre que tiene qué mostrar, no tanto para el que tiene que ocultar. "Torrijos el general aquel de la frente limpia donde se andaban mirando las gentes de Andalucía", estaría agradecido a Hebe de Bonafini por hacer conocer a todos, su honorable andar por la vida; muy distinto al individuo amigo de ocultarse en el anonimato, deseoso de no ver ni escuchar nada, al límite de ser capaz de ejecutar al emisario de la noticia.
¿Son tan rústicos los constructores de noticias de Canal 13, tan torpes, que no dudan en fustigar lo mismo que el periodismo hace a diario: divulgar información? ¿O más bien temen que el blanqueo pueda mostrar las partes pudendas de sus fantasmales jefes tan refractarias al bidet? Es tan clara la contradicción que hasta podemos apelar a una frase de un lector de noticias de ese medio, que durante mucho tiempo proclamaba al cerrar el noticiero: "No se olviden de Cabezas", precisamente un periodista caído en manos de la mafia por cumplir con su deber. Para quienes ya lo olvidaron, el malogrado fotógrafo fue brutalmente asesinado por obtener una foto cuya publicación alguien juzgó inadecuada. Simplemente por eso: informar.

sábado, 19 de enero de 2013

Rara consigna

Opinar sin argumentar y sin que nadie pueda objetarlo es infame, sobre todo cuando la opinión es vertida a través de un medio; del otro lado no hay más que oídos dispuesto a oír, sólo oír. Cualquier voz que se alce en favor de la libertad de sintonizar otro canal es, en la mejor versión, ingenua; en la peor, malintencionada. Ambas prescinden del ineludible modelaje cerebral que supone cualquier monólogo. El diálogo exige dos, rasgo inscripto en la índole misma del diálogo, y confirmado por el afán espurio de que el oyente/televidente se ilusione con participar llamando por teléfono, enviando fotos del último granizo, de algún accidente fortuito, o prendiendo y apagando la luz como muñeco de ventrílocuo. Esto es engaño puro, un tratamiento lamentable de la pseudo-participación en el colectivo "audiencia", y a la vez un mecanismo naturalizado hace tiempo en nuestra sociedad con clara intención de perdurar. Aun mínima, la reflexión alcanza para medir la importancia que tiene esta versión moderna de la domesticación.
Si este es el caso, qué sentimiento podría merecer alguien afirmando que una infidelidad conyugal debe negarse aún frente a la evidencia misma. No vale la pena extenderse en detalles sobre semejante disparate, pero como ejercicio debemos preguntarnos dónde se sustenta la afirmación, y cuál sería el fin de negar la realidad como no sea evitar hacerse cargo de su consecuencia. Como ejemplo de "picardía", el lamentable periodista deportivo que sostuvo el disparate, relató el caso de un famoso sorprendido por su esposa, que frente al reproche natural negó ser ¡él mismo! Entre el panel que lo acompañaba hubo tibias protestas, y alguna que otra sonrisa cómplice frente a la anécdota. Lo que no hubo fue reflexión seria, no sobre la anécdota, una actuación que premia el histrionismo como forma del engaño al costo de no ser quien uno es - acto válido en todo caso sobre un proscenio -, sino sobre la infección mental del periodista, clara propuesta de negar la realidad a cualquier precio. Esto es precisamente lo que a diario sucede a millones de seres privados de hacer un sano ejercicio de introspección, imposibilitados de reflexionar, asfixiados por una trama vital que exige la repetición contumaz de actos perversos, santificados por una sociedad incapaz de reaccionar frente a esos modelos propuestos. Ese obtuso periodista, ¿sabrá quién es?, ¿qué hace?, qué tipo de arma es la palabra?

martes, 15 de enero de 2013

Argentinos ingenuolotudos

Es antipático reconocer que alguien "neutro" y entrañable como Ricardo Darín ofrezca elementos para revisar tan encomiables calificativos - las palabras siempre permiten esconder segundos significados -, pero su fastidio por ser blanco de la AFIP, merece al menos intentar iluminar esa reacción, indeseable efecto de ser alguien económicamente investigable y a la vez renegar de ello. Será que la vida es como la vieja "colimba": nunca ser el más vivo ni el más tonto, mejor confundirse en la multitud anónima. Sin embargo cuando alguien es notable debe sentir orgullo, eso al menos decía Pepe, el más aplicado de mi secundario, cuando los "profes" no lo llamaban a dar lección. Claramente injusto, ¡por qué no, si él siempre estudiaba! En cambio los vagos como yo queríamos pasar desapercibidos para no quedar en evidencia.
Rápido de cintura, después del escandalete el actor bajó varios cambios y le dio razón no sólo a Luppi sino a la presidenta, que ya es mucho decir. De aquél, señaló que "pelotudo" era un modo coloquial de definir al ingenuo como él, y quizás sea cierto, porque cuando salió al cruce abogando por la aparición de Candela Rodriguez, también quedó en orsai. Y no hay por qué dudar, aunque su estereotipo ni sus personajes den con el tonto de "Cuento Chino", más bien remiten al pícaro de "Carancho". Para ser justos, nadie puede acusarlo de portación de imagen ni de logos, pero a nadie escapa que cuando el foco del acomodador busca al que zapatea en el piso, el muchacho sabe reptar bajo las butacas.
Para suturar el emparche, ayer denunció públicamente que su discurso había sido usado, sin decir por quién, que nunca se desaconseja estar bien con dios y con el diablo. Pero el uso indebido de lo que dijo, fue porque dijo lo que dijo, y hasta en el otorgamiento de razón a la presidenta deslizó muy rapidito que había cometido algún exceso - ella -, quizás por recordar el sonado caso de la 4x4, que no recibió castigo gracias a la prescripción, pero la justicia se encargó de aclarar que no era "inocente". Es decir, Ricardito del alma, resfriados y jaquecas no justifican gozar de los beneficios impositivos para discapacitados. Te equivocaste, entonces ahora hay que meter violín en bolsa cuando el dedo de la AFIP entra donde más duele. También les dolió a tus seguidores la gambeta del 91. En suma, te perdonan que seas "pelotudo", ¡pero no sigas! 

jueves, 10 de enero de 2013

Fragateando

Doña Josefa, mi vecina jubilada, es honesta, trabajadora y sensible, pero entre los vicios inútiles destaca la sinceridad, valiosa para este blog, donde lo imprescindible es pensar y escribir, o sea, estar fuera del mundo. Ella, entonces, resulta un excelente recurso para pulsarlo. Sus percepciones son verdaderas fotografías de la realidad. Precisamente por ella supe la algarabía que causó el regreso de la Fragata Libertad. Con plausible fidelidad me transmitió el entusiasmo que suscitó el retorno, la celebración por haber recuperado un símbolo de nuestra soberanía, el júbilo por el triunfo parcial frente a los fondos buitres, y hasta el desdén de unos pocos que, cacerola en mano, reprobaron el acto, quien sabe si por la aversión a la armada, a la presidenta, a tanto micro, o simplemente por afán figurativo; nunca faltan percusionistas frustrados en busca de un mísero escenario donde mostrar su arte. También es posible que fueran murgueros practicando.
Manos arrugadas, sonrisa buena, mi vecina vertió lágrimas de emoción ante tanto despliegue patriótico. No era para menos, todos sabemos la fuerza que tiene ese visceral sentimiento, no siempre entendido en otras culturas; desdeñamos a la Pachamama, pero la patria, ¡ah, la patria!, eso es distinto, qué va a comparar. Algo indefinible que sobrecoge el alma y propone sensaciones edénicas, algo capaz de limar asperezas e igualar desniveles, algo que nos transforma en seres de espiritualidad capaces de comprender el esfuerzo de todos y cada uno, para transformar esta Argentina en el vergel que merece ser; algo que auspicia perdonar deslices y diferencias intencionadas, de comprender que desde la inclusión también debemos ser tolerantes con la crítica opositora, empeñada en mostrar lo inadecuado de cada acción de gobierno, incluso de perdonar al periodismo que insiste en el error oficial de enviar la nave donde no convenía, como si hubiera océanos buenos y malos. La patria abuena, descomprime, sensibiliza, propicia abrazos entre enemigos y perdones impensados, hasta es capaz de hacernos festejar un gol en contra. La patria es maravillosa, y ser patriota aún más. La emoción de mi vecina ayer desbordó al final en el peor llanto, yo creí que por la patria, pero no, esa última catarata lagrimal una vez apagado el televisor, fue por el corte de luz a raíz de varias boletas impagas. El cajero del Banco - contó Doña Josefa -, a pesar de su empeño se revela un insensible, bajo ningún punto de vista acepta que pague sus facturas con patriotismo. ¡Y eso que el de ella es bien puro! 

lunes, 7 de enero de 2013

Asado conflictivo

Tan burda es la pelea mediática acerca de los errores y aciertos del gobierno, que en lugar de investigar y argumentar con responsabilidad política los hechos impugnables, apoyar los meritorios, y criticar aquellos que merezcan revisión, el grupo opositor no hace más que expresar su resentimiento por la bofetada recibida, mediante construcciones que además de inconsistentes, constituyen basura lingüística. Lo malo es que a diferencia de la otra basura - la real -, esta sigue depositándose en el inagotable megabasurero de siempre: la cabeza de la gente.
La última semana, la crítica al asado celebrado en la ESMA, pertinaz, empalagosa, desgastante, pretendió colocar al gobierno en un lugar claramente ajeno a su espíritu. Si debiéramos elegir un política de estado que identificara fielmente a este gobierno, no podría ser otra que la reivindicación a la figura del desaparecido y el rescate de la lucha para castigar a sus responsables. La ESMA constituye un emblema del triste papel que el terrorismo de estado con sus cómplices civiles ha causado a la sociedad argentina. Mal entonces puede endilgarse al gobierno afán de atropellar la memoria cuando ha sido gestor de su recuperación. Creer semejante disparate es asimilar el espíritu al hecho. Hay claramente una intencionalidad en confundir la parte con el todo, desvirtuar una línea de pensamiento por un episodio que, en todo caso puede ser discutible. Lo mismo sucedió con la crítica a los festejos del bicentenario por la calidad de los números artísticos.
Tal como se viene librando esta batalla, la sociedad argentina ha tomado cierta conciencia sobre los métodos empleados y el botín en juego, de modo que no extraña a esta altura estos cruces de circo romano. Sí, en cambio, debería ser motivo de preocupación la persistencia y contenido de los ataques, un fuego de artificio que confirma el afán de seguir tratando a la siempre desconocida "opinión pública", como una horda primitiva capaz de digerir heces informativas. No sólo revela un fuerte desprecio por el receptor de la información, sino que pone de relieve el papel de quienes participan en la maniobra como portavoces de la  noticia. Muy pocos periodistas han tomado distancia de estas prácticas, la mayoría mantiene sus tronos de loza, convencidos que la libertad de expresión consiste en ser orificio de salida de las heces. Triste papel.