lunes, 28 de diciembre de 2015

Entre rejas

El espacio público de una ciudad determina su condición. Barrios privados, guardias perimetrales, centros comerciales con seguridad privada y plazas enrejadas, reflejan un estado de cosas que el habitante generalmente no comprende, pero siente. Los chicos lo advierten como nadie, y como buenos inconscientes lo pregonan a cuatro vientos; días atrás, uno preguntó a sus padres cómo era la vida cuando se jugaba en la calle. Crispados, los adultos no pudieron explicarse cómo un ser frágil juntaba dos palabras tan disonantes: juego y calle. Tampoco tenían memoria para responder. 
Las rejas de las plazas, convertidas en emblema del tercer milenio, sugieren que se pone especial cuidado en proteger al ciudadano, algo similar a lo que el sacerdote pregona desde el púlpito cuando anuncia a la feligresía el desvelo de Dios por sus hijos. Los pastores, benditos sean, se devanan los sesos, no ahorran sacrificios, e invierten fortunas en cuidar a sus rebaños, sin advertir que los peligros desaparecen cuando el rebaño no es rebaño, moderna versión del apotegma griego que Hamlet refunde en su célebre: ser o no ser. Pero el príncipe vive un drama por no poder ser, el rebaño por no poder dejar de serlo.
Preguntémonos qué significa una plaza enrejada. No si es bueno o malo, sino qué significa. Una reja es un artefacto que impide el paso, prohíbe; pero a quién y para qué. La gente “buena y honrada” no va de noche a las plazas, eso dicen, de modo que debe asumirse que la reja prohíbe el paso a delincuentes durante la noche, lo que abona la idea de que la ralea debe existir en ciertos horarios.
El equilibrio natural exige pastores, rebaños y lobos; quítese cualquier vértice y adiós triángulo. En la geometría del poder para que buenos y malos - pastores y lobos - tengan entidad, debe haber un objeto a cuidar - el rebaño -. Pero si mucho antes del pastor hubo rebaños y lobos, habilitados por la naturaleza a subsistir, la prístina pregunta debería ser otra entonces: ¿si la especie lobo no ha podido diezmar a la especie oveja, qué es lo que cuida el pastor? Quizás sea hora de advertir el sentido de la función pastoril, los peligros que supuestamente evita, y cruzar estas ideas anquilosadas en el cerebro del hombre con otra nueva, seguramente ingrata a los pastores: los peligros que entraña su presencia. Todo par opuesto - delito/honradez, lobo/pastor - revela antinomia. ¿Puede evitarse? ¿Debe evitarse? No hace mucho una jerarquía eclesiástica recordó la necesidad de disminuir la brecha entre pobres y ricos, respuesta que sugiere moderarla, nunca eliminarla, no sea que rompa el delicado equilibrio del mundo.
Las rejas de las plazas recuerdan que hay buenos y malos, y que cada uno debe estar donde debe estar sin saltar vallados. Lo malo es que ya no sabemos qué lugar nos corresponde; es que el hombre es ¡tan ágil!...

martes, 22 de diciembre de 2015

Las trampas cambiarias, otro escorzo de la realidad

Con la firma de un tal Marcos Novaro, el 21-12-15 la versión digital de La Nación publica un análisis del conquistador liberal que, no bien ancló en la Rosada, viene encandilando al indígena criollo con avalorios y espejitos de colores. Allí señala que los históricos desmadres devaluatorios han sido consecuencia de equivocadas políticas económicas, homologando en esos errores a Martinez de Hoz con Cristina Kirchner, expresando además que esta última, desde 2011, propició la "destrucción del mercado cambiario que se extendió como un cáncer a los flujos financieros y comerciales, y se estiró por cuatro años, con cada vez más agudas distorsiones de precios". A continuación se pregunta si la "corrección ahora iniciada" (!!!) será o no tan destructiva como las anteriores y si estamos maduros y dispuestos a "invertir esfuerzos" para que sea la última. ¿De qué esfuerzos habla La Nación, si ya hoy, 22-12-15, tenemos aumentos de precios respecto del 30-11 que superan el 100% en algunos casos, y las paritarias a realizarse en marzo tienen un techo del 29%?
El análisis, tendencioso a todas luces, termina fundando su optimismo en que esta vez el gobierno actual había anunciado el ajuste durante la campaña y el comicio acabó legitimándolo. Dicha legitimación, en lugar de augurar buenos tiempos debería llamar a reflexión sobre las causas que la provocaron, habida cuenta de que nuestra pirámide social cuenta una abultada base que oscila en el 80 % de la población entra la cual incluyo un 30% de clase media "tontona", finalmente la que decidió el resultado. Cuando este 30% (el de las inútiles 4X4, el del veraneo caro, el de la ropa de marca, el que se ofusca ante el piquete, el que mira alelado el escalón de arriba, el de la bipolaridad de Cristina, el refratario al marxismo de Kicoloff), advierta cómo si licuan sus aspiraciones de ascenso social, será demasiado tarde, el avance rifado exigirá otro despojo más a la sufrida base social. El último golpe a la "nueva argentina" será la caída del empleo hasta alcanzar los dos dígitos, quizás en las tercera decena, algo que demandará algún tiempo en razón del bajo porcentaje actual. Quienes creen que ese bajo porcentaje es espurio por estar basado en los planes sociales pierden de vista que un país no es una empresa, su destino no es sólo multiplicar los saldos positivos de la balanza comercial (equivalente a la sagrada "utilidad" de los balances), sino su justa distribución en la población total. Cuando el que más tiene advierte que la movilidad social amenaza con entremezclar las clases sociales sobreviene el espanto y el miedo, algo que la oligarquía de entonces vivió aterrorizada en el 45, cuando los pies proletarios mancillaron las puras fuentes de la Plaza de Mayo.  


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cautelar nerviosa

Reconociendo explícitamente que su lectura del "escándalo traspaso" era absolutamente personal, sin anclaje en ninguna verdad objetiva, el moderado Tenenbaum expresó en el canal 13 que la negativa de la presidenta a asistir al Congreso para el traspaso obedecía a su imposibilidad de aceptar la derrota, algo similar a lo sucedido con "Menem, que se fue insultando a Kirchner", tal fueron sus palabras. En honor al respeto por el prójimo deben aceptarse opiniones diversas sean éstas de personas respetables o de periodistas inoculados, pero puestos a revisar hechos reales que validen o no dichas expresiones, resulta difícil anclar esa lectura en algún criterio de verdad. Una derrota electoral es de naturaleza matemática, objetiva e independiente del alma del derrotado. Ahora bien, si el periodista pretende hacer sicoanálisis silvestre y develar qué pasiones se agitan en el inconciente de la presidenta, no hace sino inscribirse en la oleada de desprestigio con que el zoológico mediático pretenden teñir la supuesta "Kaída".
La desafortunada cautelar presentada por Macri para adelantar a las 0 hora del jueves su vigencia como mandatario, además de darse de narices con el Código Civil en cuanto a la vigencia de los días calendario, revela ansiedad en la puesta en marcha de un ya avizorado "decretismo" a partir de sus propias declaraciones. Tampoco es cierto que dio motivo a la presidenta para no asistir al traspaso, más bien la cautelar firmada por un no menos nervioso fiscal, la "obliga" a no asistir bajo la amenaza de hacer usurpación de cargos (si ya no es presidenta mal puede entregar ningún mando), algo que la jauría invocaría de inmediato vista su hambruna de revancha. En esta interpretación debe entenderse la declaración de Parrili afirmando que el empujón se parece a un golpe de estado. Tampoco esta analogía ha sido feliz, pero admitamos que cualquier palabra oficial al respecto sería descuartizada literalmente por la horda.
Otra interpretación también es posible en cuanto al controvertido traspaso: por un lado a un triunfo incuestionable debe suceder una transferencia legal del mando, a lo que la misma presidenta se avino tal como proclama la constitución y como ella misma declaró; por el otro, eludir el simbolismo de la entrega de atributos revela un mensaje en cuanto a la negativa (también simbólica) de entregar la soberanía a quienes representan intereses económicos foráneos y de clase, algo así como negarse a admitir que la Casa Rosada se convierta en el "house" de un country alrededor del cual se instalarán villas proveedoras de domésticas para la limpieza, un clásico de los cotos bonaerenses. 

martes, 8 de diciembre de 2015

La batalla perdida

En medio de una descontrolada suba de precios cuya causa no es otra que la expectativa inflacionaria, esa vieja amante de las democracias liberales, los medios colonizados encabezados por Canal 13 han desatado una no menos furiosa campaña sobre un episodio intrascendente que han dado en en llamar "transición", típica maniobra distractiva a la que apelará con frecuencia el nuevo gobierno para ocultar maniobras tácticas en torno a su eje ideológico: la prevalencia de los grupos económicos y la complacencia a su voracidad sobre las necesidades de la población. Más allá de las dificultades que todo esto entraña, el episodio es útil para poder ir develando los engaños de la "alternancia", uno de los mitos de la democracia que invocan algunos votantes del "cambio" (por ahora levantan la mano, en breve se esconderán tras el proverbial "yo no lo voté" de cuño noventista).
La celebrada alternancia, que implica variabilidad política, no debe entenderse hoy al modo de la antigua dicotomía peronismo-radicalismo que, aun con las falencias de ambos, suponía un cambio de modelo, sino como una antinomia entre poder político y poder económico. Cualquier partido político argentino que hubiera accedido al gobierno (salvo el Pro), seguramente no habría resignado la noble aspiración de mantener las banderas de la soberanía, y habría enfrentado a los grupos concentrados locales, meras franquicias del capital, con resultado dudoso conforme a la disparidad de fuerzas entre ellos. Pero los habrían enfrentado, tal como hizo Alfonsín en el 83 con poco éxito. El engaño al que nos referimos, es que la aludida alternancia se refiere al poder político, no al económico. Este último no cambia, más bien perdura agazapado cuando algún modelo se digna enfrentarlo, o bien tratando de seducir a una oposición siempre ambiciosa de poder, para retornar oculto en un gobierno servil funcional a sus propósitos.
Ya está diseñado el plan económico que nos aplastará durante cuatro años, ya también las viejas argumentaciones sobre la "pesada herencia", las "arcas vacías" para justificar la nueva invasión de capital foráneo, ya las mentiras para argüir que los incumplimientos de promesas realizadas en las campañas se deben a una impiadosa oposición parlamentaria. Ejemplo: el cepo sólo podrá levantarse si contamos con la ley X, pero como el congreso no la vota, no hay levantamiento de cepo. Así sucedió con muchas obras prometidas en la Ciudad que quedaron pendientes por una "negada" colaboración del gobierno nacional. Es hora de que los argentinos sepamos diseccionar las mentiras mediáticas orquestadas en el poder, que una batalla está perdida, pero la guerra continúa.

martes, 1 de diciembre de 2015

Dos modelos?

Se ha naturalizado en la sociedad una puja entre dos modelos económicos (no políticos, pero sí que dan soporte a sendas corrientes ideológicas) sin que aparezca claramente la diferencia entre ambos. Y la confusión está alentada especialmente por la coalición que ha triunfado en las últimas elecciones, empeñadas en tiznar su confeso liberalismo con un moderado (y sospechoso) equilibrio, evidente en el mantenimiento de políticas de nacionalización de empresas oportunamente privatizadas. Sorprende el disfraz, siempre motivo de críticas por el sólo hecho de esconder algo, pero mucho más porque un abierto reconocimiento de su verdadera filiación ideológica, permitiría una esclarecedora polémica con posibilidad de enriquecimiento, tanto para quienes privilegian la economía de mercado sujeta a variables económicas de libre flotación, como para quienes pretendemos una  presencia moderadora del Estado, no para que tensione arbitrariamente sino precisamente para que impida manipular intencionalmente las variables. Las célebres curvas de oferta y demanda navegando libremente se autoequilibran, sí, pero en los ejes cartesianos. En la realidad están sujetas a manipulaciones por quienes tienen mayor poder de contratación, es decir los grandes grupos concentrados.  ¿O acaso la demanda no se estimula mediante ilusiones colectivas creadas por efecto de la engañosa publicidad? ¿O la oferta no se retrae intencionalmente para crear faltantes que empujan los precios hacia arriba? Por alguna razón el mismo liberalismo, consciente del enorme poder de los grandes capitales, ha aceptado la condenación de monopolios y oligopolios, a pesar de lo cual los mismos sobreviven alegremente sin que se vea cómo ponerles límite. Si oponerse a los mismos ya fue motivo de crítica para un gobierno de políticas inclusivas, qué puede esperarse de uno que ha prometido emplear viejas fórmulas que han provocado efectos devastadores no sólo en nuestro país sino en otros que integran el desván del mundo, países en vías de desarrollo con una inevitable dependencia respecto de las economías centrales. Esta discusión es la que debe darse entre ambos modelos, cruzar intenciones y herramientas empleadas por cada uno, verificar los efectos de su aplicación, blanquear su adhesión a dicho modelo y hacerse cargo de las inevitables consecuencias que acarreará. Para dar un solo ejemplo: el gobierno saliente ha dicho que el Banco Central debe estar alineado con la política económica aplicada, definición a la que el nuevo gobierno no adhirió exigiendo un Banco Central independiente. ¿Porqué entonces ahora no sostiene esta postura y pretende dirigirlo con sicarios ideológicos funcionales a sus políticas? Reiteramos, no estamos condenando la alineación sino preguntando porqué el nuevo gobierno criticó lo que ahora implementará. Un panquecazo revelador.