viernes, 14 de septiembre de 2012

Cacerolas sin guiso

Esta columna aspira a no ser irreverente, sí en cambio se permite despuntes de humor que, además de arrancar una sonrisa, proponga reflexiones esclarecedoras. El título al menos lo pretende, al señalar el destino forzado de esos improvisados bongoes de acero, pensados para cocinar jugosos chupines y fragantes pucheros. El aludido cacerolazo representó una variopinta muestra de insatisfacciones sociales que la hegemonía mediática retradujo en acérrima condena al gobierno. Entre otras, algunas pancartas reclamaban Basta de diktadura, No a la inseguridad, Despertate, Queremos comprar dólares, Que se vayan todos No a los impuestos, una diversidad que definió urgencias perentorias junto a banalidades, mezclando evasores, obnubilados, temerosos, deportadores, insomnes y numismáticos terminales.
Más allá de infaltables interpretaciones que pretenden colorear el tono de la reacción, había claramente un malhumor multi-referencial; también mero deseo de expresión, logro que invalida el despiste de muchos reclamando Queremos expresarnos. Vale destacar que nunca en la historia reciente, ha habido un reclamo masivo tan ejemplar en el sentido del orden observado y la multiplicidad de sectores participantes. A pesar de la difusión que tuvo el cacerolazo, no todas las minorías lograron prensa, algo injusto, sobre todo que también coadyuvaron a hacer más voluminosa la expresión que, reiteramos, se interpretó intencionalmente sólo como una condena a la gestión nacional, cuando en realidad podían distinguirse múltiples destinatarios.
Entre otros, los curas de una parroquia céntrica, en uso de esa misma libertad que habilitó el reclamo, portaron un tímido cartel pidiendo Mimo libre, legítima solicitud que aspira a recuperar una sana función natural, además de bajar el porcentaje de pederastia en el clero; Dios no quiere cosas sucias. Otra expresión atendible era Basta de vueltas, de la Asociación de Calesiteros, blandiendo también un No a la sortija, causa epicondilitis; también se vio Estamos hartos del modelo K, enarbolada por las concesionarias Ford. Y Tercera Edad, asociación civil, pedía con motivo No más jubilaciones, para evitar las largas colas en el banco, expresiones todas que revelan un cúmulo de pluralidades. Faltaron solo los esquimales exigiendo créditos blandos para heladeras Muy distinto a los indignados españoles, cuya protesta unificada revela la existencia de una mayoría tiránica, empeñada en poner piedras en el camino de sus abnegados gobernantes. Mal ejemplo para las democracias del planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario