viernes, 31 de agosto de 2012

Pensamiento y realidad

Magnitudes cuya confluencia define una encrucijada, estos dos significados fueron, son y serán siempre, un desafío para el hombre. Entre otras cosas porque es el hombre quien inaugura el pensamiento quebrando el continuo de la realidad, nunca acabadamente conocida. Y siendo el hombre el común denominador de ambas magnitudes, es decir, participando por un lado de esa realidad y por otro pensándola, se convierte en juez y parte de su construcción, sin poder definir desde qué lugar lo hace. ¿Lo hace como parte de ella o lo hace como juez observándola desde afuera? La primera parte de la pregunta reconoce la imposibilidad de acceder a una verdad definitiva; la mirada de la parte no es la del todo. La segunda, en cambio, permitiría elaborar una construcción verdadera, pero ¿acaso el hombre es Dios que puede apartarse del mundo y juzgarlo? Intríngulis propio de la filosofía, el enfrentamiento entre ambas magnitudes tornasola toda la actividad humana. Desde el Poema de Gilgamesh, los autores más antiguos pensaron la realidad, la relataron e inauguraron la literatura. Galileo pensó la realidad, la reprodujo matematizando el mundo e inauguró la ciencia. Cada quehacer humano tiene un pie en ambos espacios: pensamiento y realidad.
La política no es ajena a este fenómeno. En un interesante debate entre Horacio Gonzalez y Feinmann, el bueno, dos intelectuales de fuste, se aludió al "tercer Perón derechizado" en su vínculo con el lopezreguismo. Sin perjuicio de dejar abierta la conjetura de que Perón ya era "diestro" desde la Caballería, arma que integraba, es imposible negar que la primera versión populista, la del 45, sufrió una evolución notable hacia el final. La pregunta que cabe hacer, es: ¿Perón cambió, o el populismo, siempre amigo de la izquierda, sigue un derrotero que lo torna trágicamente reaccionario? De otro modo: cuando la idea topa con la realidad, cuando el deseo de igualdad social sumerge al político en lo público, lo gregario, y debe decidir entre un decimal estadístico y un estómago ajeno, ¿acaba licuando aquel intento de igualdad?
La solución fácil es decir que el político miente - ¿también a sí mismo? -, primero dice una cosa y después hace otra. Otra interpretación, más compleja, es que las políticas populistas sobreviven en la abundancia, cuando las mayorías resisten mejor la mala distribución de la renta, y hace crisis en el otro extremo del péndulo, cuando esas mayorías deben hacerse cargo de la desocupación, el hambre, la ignorancia, la miseria. Sería interesante analizar y debatir el fenómeno, pero ya vimos, es muy difícil hacerlo desde un lugar neutral. De intentarlo, siempre es más fecundo tratarlo entre quienes se revelan sensibles al dolor humano, y mejor aún si lo han padecido. El verdadero ateo es aquel que ha creído en Dios. Será cuestión de pensar bien antes de invitar a Macri al debate, no porque merezca excluirse sino por el aporte que pueda hacer. En ese foro, además, habría que pensar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario