viernes, 15 de junio de 2012

Ataque al periodismo al ataque

Que la información lava la cabeza no es novedad. Se trata de que la cabeza lave la información, dicho esto en el mejor sentido, es decir que la limpie de inmundicias, la desnude y la re-procese de modo objetivo, agregando subjetividad, pero propia. Que esa propia subjetividad, la mía, la de cada uno, esté contaminada tiene que ver con otros mecanismos profundos que exceden al análisis de los medios. Desde la cuna venimos "informados", construidos formato siglo XXI, no obstante, podemos desmalezar la jungla gramatical, poner algún orden e iluminar las sombras desde la misma grosería periodística. 
Mi amigo Pepe, hombre de café porteño - palabra cruda,  pensamiento profundo -, me contó indignado que un canal de aire "invirtió" una mañana entera en contar cómo un periodista había sido víctima de un ataque mafioso y robo al mismo tiempo, dos modalidades encontradas - la mafia no necesita plata sino quitar del medio a los que molestan -. Pero el afán de glorificar la noble profesión convirtió un robo más en "feroz ataque al periodismo", como si la profesión tuviera inmunidad. Si fuera así debería revisarse el sentido de lo que es periodismo y lo que es robo, porque nadie ignora que ambos conceptos - como todos -, tiene una bendita propiedad: pendular entre el bien y el mal. O sea, hay periodismo bueno y periodismo malo, y también sucede lo mismo al robo - ¿Alguien desaprobaría que un caco riojano robara la Ferrari de Menem?
Así las cosas, cualquiera con pensamiento crítico debería condenar el robo cuando se trata de un despojo sin justificación, muy distinto a un re-apropiamiento justo. Vale decir que robo y periodismo, ambos con dos extremos éticos, admiten distintas interpretaciones. Entre otras que un robo es malo cuando persigue un fin malo - ¡bendito Kant! -, y sería bueno a la inversa, cuando en lugar de un despojo supone reponer un estado de cosas justo. Recordemos el caso Malvinas, ya que el colonialismo es lisa y llanamente un robo de propiedad, aunque las construcciones jurídicas pretendan justificarlo. Y no a la Argentina, al aborigen.
En el caso puntual del periodista - asumimos que es de los buenos -, lo destacado es que lo robaron. Mi amigo Pepe, brutal, lo resumió en porteño básico: "Lo afanaron y punto, loco. Ahora si querés darle mil vueltas para hacerlo aparecer como un ataque al sacrosanto deber de informar, es otra historia. Eso es, justamente, periodismo del malo; te digo más: la muchachada del café sugiere que la mafia se redima visitando a estos truchos, que elevan un robo a la enésima potencia porque la víctima fue un periodista, como si constituyeran un fuero especial. ¿Ya nadie sea acuerda que la Asamblea del año XIII abolió fueros y prebendas personales?"
¡Este Pepe hace cada pregunta!  

1 comentario:

  1. Muy buena tu nota. Coincidimos al 100%.
    Y la otra es cuando el periodismo antepone "ajuste de cuentas" para dar una explicación a alguna muerte con tintes mafiosos ó sin el; corresponde en todos los casos el deber de aclarar el suceso, cualquiera sean los autores y los motivos.

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