martes, 4 de junio de 2013

Sobre llovido, mojado

Las denuncias presentadas por Jorge Lanata en el programa Periodismo para todos, han generado reacción entre los intelectuales de Carta Abierta, dando lugar a la extensa carta 13 donde se denuncia una maniobra mediática de corte golpista. Este blog adhiere en general a las expresiones de dicha carta en cuanto a la escandalosa magnificación de lo malo que hace el periodismo opositor, y a que efectivamente cada domingo a la noche brota por la pantalla impúdica el aliento fétido de la regresión neoliberal. También adhiere a que no es posible afirmar que no exista la corrupción, y que las políticas implementadas en la década (ley de medios, nacionalizaciones, derechos humanos, cambios en la justicia, políticas redistributivas, etc.) tienden a corregirla, cierto que de modo insuficiente. Tampoco pasa por alto el tono académico que emplea, accesible sólo a quien no necesitaría interlocutores para interpretar la maniobra.
Es hora de prestar atención no sólo a estos mensajes de folletín, ataques condenables por la espuria intencionalidad del mensajero, sino también al otro aspecto de la ecuación comunicacional: el receptor, cuyo rasgo más sensible es que estas malas praxis encuentran abono en él, precisamente por conformar una audiencia con baja capacidad crítica para desenmascarar el propósito. Creer, demostrar y denunciar que lo malo está en lo malo constituye una tautología que no agrega nada al problema, en todo caso lo soslaya.
Algo similar sucede cuando desde la tribuna política se fustiga, y con razón, el antipopulismo de la política macrista alineada con las minorías que defiende, tradicionalmente reaccionarias, y no se advierte que el mal reside en el hecho de que ciertos discursos facilistas de efecto fácil, seducen mayorías ingenuas que adhieren acríticamente a dichas políticas, a causa de una mala comprensión del verdadero entramado de la realidad social, y en el "olvido provocado" de los principios sobre los cuales debe funcionar una democracia respetuosa de su aspiración inclusiva. Dicho de otro modo, la problemática consiste en la necesidad - e imposibilidad - de "comprender" el mecanismo que opera en la conformación del imaginario acerca de la realidad social, y el peso que tiene este fenómeno en el electorado. Un trabajo de base, legítimo, sería combatir la conducta arrebañada mostrando cómo el receptor de la información es manipulado, mediante un idioma claro y limpio que privilegie los recursos del destinatario por sobre el discurso académico. En buen romance, tratamos de decir que el intelectualismo discursivo es tan pernicioso como el show mediático, que la vida sucede en la realidad no en la pantalla, pero tampoco en la letra.

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