martes, 31 de marzo de 2020

UN NUEVO ORDEN?

Las crisis son también instancias de oportunidad, momentos en que es posible interrogarnos porqué sucede lo que sucede y para qué, visto que nada es azaroso: cada efecto (y esta pandemia lo es) responde a una causa, a su vez efecto de otra anterior. Dialéctica pura. Así las cosas, esta crisis desnuda varios fenómenos, entre ellos esta renovada puja entre el "bien y el mal" respecto a qué privilegiar frente a la nueva amenaza: el aparato sanitario o el productivo. No escapa a nadie que preservar lo establecido es una actitud "conservadora", línea de pensamiento que intenta conservar el orden de cosas vigente frente a cualquier eventual cambio que ponga a riesgo su hegemonía.
El despido de 1450 empleados de Techint se inscribe en el intento de mantener una estructura de costos que evite pérdidas al empleador, algo inobjetable desde la perspectiva empresaria. El afán de preservación que esta medida expresa sólo tiene vigencia en el "viejo mundo", aquel donde estaba naturalizado el precepto: "ninguna empresa invierte para perder". Lo novedoso en esta situación que toca vivir es determinar qué hay para perder, vista la amenaza de que conforme avance esta virósica "subversión" el mundo saldrá con otro orden. Naturalmente, Techint apuesta a que tras la pandemia todo siga igual, sin advertir que el sacudón del tablero planetario traerá un reordenamiento de trebejos en el ajedrez político. El dinero como común denominador de los valores perdurará por una cuestión práctica, pero seguramente habrá que "reperfilarlo" como medida de valor social. Esto precisamente es lo que indujo al FMI a reconocer que la deuda argentina deberá redimensionarse no sólo en plazos e intereses sino también en capital "puro". Esta generosidad nos invita a reflexionar. O el FMI se volvió generoso o efectivamente sobrevendra un nuevo orden. Pero curiosamente ambas premisas no son alternativas sino complementarias. Ambas cosas sucederán, es decir: el FMI será más generoso porque un nuevo orden está asomando. No se trata de negar la importancia de las tecnologías de punta o de privilegir la legendaria fisiocracia, sino de admitir que frente a un mundo jaqueado desde el microcosmos, virus mediante, el poder económico habrá de girar en torno a la producción de insumos básicos, perdiendo vigencia el consumo superfluo. Hora de que Paolo Roca y sus muchachos repasen el Acto de Contricción y comiencen a frecuentar las iglesias.

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