miércoles, 18 de abril de 2012

YPF: asume Discepolín

Uno quisiera comprender cabalmente el significado de estas tres letras. La inercia sugiere que identifican a una empresa dedicada a la extracción de petróleo, un hidrocarburo cuya energía motoriza la actividad económica. Pero, según el color con que se mire, tienen distintas interpretaciones. No es lo mismo YPF que YPF. Un simple color puede generar trastornos digestivos serios: el blanco merengue indigesta tanto en Cataluña como el azul y oro en Nuñez. Hasta aquí todo claro. Sin embargo, Discepolín, presente en cada desencuentro de la realidad, se alza desde el recuerdo cuando nos ve desorientados, sin saber qué trole hay que tomar para seguir..., porque un buen día, tiempo atrás, despertamos y nos enteramos que la araña que votamos nos picó y dispuso cambiar el color a las letras y en este desencuentro parece que hasta Dios estuvo lejano, porque entonces fue testigo de cómo nos hicieron festejar a los argentinos una privatización que nos permitiría entre otras cosas dignificar a los jubilados - eso dijo la araña ponzoñosa -, pero detrás vació el PAMI, los abuelos siguieron muriendo, y hoy resulta que todo fue para que la madre patria ¡que nos reparió! se llevara el doble de lo que puso, y encima ¡acuse de ladrón al hijo! No queda más que llorar por dentro, todo es cuento, todo es vil, al fin resultó cierta la célebre metáfora: en el corso a contramano un grupí trampeó a Jesús... Resulta que ahora estamos todos pendientes de como votará la araña que nos privapicó. Y hay que ver con qué enjundia la argentinidad ingenua creyó en aquellas promesas, cuestión que hoy no nos fiamos ni de un hermano por temor a que se nos cuelgue de la cruz... Quisimos, ¡cómo quisimos!, pero el amor, nos devoró de atrás hasta el riñón. Hoy, en este desencuentro vemos que la cosa es al revés..., y todo por creer en la honradez y en la moral... ¡qué estupidez! Ya uno no sabe si Mosconi fue un visionario, el nombre de un soñador ingenuo, un apellido ilustre, o quedará reducido a una avenida inútil, cuando los vehículos sedientos yazcan a un costado esperando que la grúa despeje de basura el asfalto. Porque la cosa amaga para que sólo circulen autos de alta gama por el precio que tendrá el combustible. Otra solución es la tracción a sangre, de paso explotar el turismo en un país de desencuentros, donde el sodero reparta en patineta y hasta debamos pagar por escuchar a Gardel, Yupanki o Spinetta, mientras extrañamos el mate por falta de yerba. Fantasías, puras fantasías, quizás no suceda esto. A los argentinos, en el total fracaso de vivir, ni el tiro del final nos va a salir.

3 comentarios:

  1. De todas las columnas escritas, ésta fue la mejor de todas. Yo creo poco en los políticos, y menos en los argentinos, pero esta noticia de YPF por alguna razón me causa alegría. Ya sé que después quizás nos sigan metiendo el dedito igual que siempre ya con la petrolera en manos estatales.
    Pero que querés que te diga... yo prefiero que sea un dedito argentino.

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  2. Gracias por el elogio, Seba. Comparto la alegría, pero en el fondo también reniego del dedo vernáculo; duele igual, lo lubrica sólo el sentimiento. El consuelo es que no financia cacerías de elefantes (magro consuelo). Desde 1810 cambian dueños y no cambia nada.

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  3. La trayectoria de YPF da para mucho que hablar, debatir, pero el deseo más profundo es que SIRVA PARA ALGO MEJOR

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