miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cautelar nerviosa

Reconociendo explícitamente que su lectura del "escándalo traspaso" era absolutamente personal, sin anclaje en ninguna verdad objetiva, el moderado Tenenbaum expresó en el canal 13 que la negativa de la presidenta a asistir al Congreso para el traspaso obedecía a su imposibilidad de aceptar la derrota, algo similar a lo sucedido con "Menem, que se fue insultando a Kirchner", tal fueron sus palabras. En honor al respeto por el prójimo deben aceptarse opiniones diversas sean éstas de personas respetables o de periodistas inoculados, pero puestos a revisar hechos reales que validen o no dichas expresiones, resulta difícil anclar esa lectura en algún criterio de verdad. Una derrota electoral es de naturaleza matemática, objetiva e independiente del alma del derrotado. Ahora bien, si el periodista pretende hacer sicoanálisis silvestre y develar qué pasiones se agitan en el inconciente de la presidenta, no hace sino inscribirse en la oleada de desprestigio con que el zoológico mediático pretenden teñir la supuesta "Kaída".
La desafortunada cautelar presentada por Macri para adelantar a las 0 hora del jueves su vigencia como mandatario, además de darse de narices con el Código Civil en cuanto a la vigencia de los días calendario, revela ansiedad en la puesta en marcha de un ya avizorado "decretismo" a partir de sus propias declaraciones. Tampoco es cierto que dio motivo a la presidenta para no asistir al traspaso, más bien la cautelar firmada por un no menos nervioso fiscal, la "obliga" a no asistir bajo la amenaza de hacer usurpación de cargos (si ya no es presidenta mal puede entregar ningún mando), algo que la jauría invocaría de inmediato vista su hambruna de revancha. En esta interpretación debe entenderse la declaración de Parrili afirmando que el empujón se parece a un golpe de estado. Tampoco esta analogía ha sido feliz, pero admitamos que cualquier palabra oficial al respecto sería descuartizada literalmente por la horda.
Otra interpretación también es posible en cuanto al controvertido traspaso: por un lado a un triunfo incuestionable debe suceder una transferencia legal del mando, a lo que la misma presidenta se avino tal como proclama la constitución y como ella misma declaró; por el otro, eludir el simbolismo de la entrega de atributos revela un mensaje en cuanto a la negativa (también simbólica) de entregar la soberanía a quienes representan intereses económicos foráneos y de clase, algo así como negarse a admitir que la Casa Rosada se convierta en el "house" de un country alrededor del cual se instalarán villas proveedoras de domésticas para la limpieza, un clásico de los cotos bonaerenses. 

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