viernes, 17 de junio de 2016

Bendita corrupción

Lo bueno de seguir encontrando corruptos es que abre una puerta para la definitiva higienización de la política. Lo malo es que muchos deberán abrir los ojos para entender que la corrupción no es un fenómeno exclusivo de la política sino que impregna la naturaleza humana enlodando cualquier organización social (deporte, ciencia, justicia, etc.). Digamos a modo ilustrativo que la corrupción está abonada por un rasgo propio del ser humano que el capitalismo ha regado desde su advenimiento: la avaricia. Este acopio patológico que merece la condena de todo sistema ético, es precisamente la columna vertebral del liberalismo, corriente de pensamiento que enarbola como justificación un derecho consagrado en la Revolución Francesa que nadie se atreve a cuestionar: la libertad, sin advertir que dicha libertad se contrapone con otro derecho consagrado simultáneamente: la igualdad. En este punto precisamente colisiona cualquier "colectivismo" con el liberalismo. Desde 1789 viene sucediendo esta antinomia que fracciona al mundo y toma distintos nombres según la época. Durante el siglo XIX el positivismo con su sueño de progreso indefinido alentó el desarrollo científico, bueno en sí mismo, pero desvirtuado cuando los resortes de ese progreso cayeron en manos del poder económico. Este es el verdadero cáncer del que nacen infinitos tumores entre los cuales figura la corrupción. Pero más grave aún es que quienes pretenden perpetuar el sistema se santigüen ante la aparición de algunos millones de dólares robados impunemente, y permanezcan distraídos frente a miles de millones escondidos para no tributar los impuestos que corregirían esas desigualdades.
El burdo circo mediático armado para condenar al gobierno anterior alzando la voz desde el actual, como si este mismo no fuera el verdadero padrino de la corrupción, es un espectáculo muy triste. Noveles diputaditos de "country y pelo en punta" increpando a viva voz a viejos funcionarios que dieron la cara para aclarar que un ladrón aislado no hace ladrona a la humanidad, resulta tan bochornoso como el patético José López tratando de donar nueve millones de dólares a las cuatro de la mañana arrojándolos sobre la medianera de un convento en el conurbano bonaerense.
¿Acaso estos parlamentarios que recién se asoman a la escena política creen que sus jefes han  acumulado fortuna ahorrando parte del sueldo mínimo que cobraban en sus trabajos? ¿Creen realmente que los cuatrocientos mil millones de dólares fugados al exterior obedecen al impoluto deseo de preservarlos de un "país que no ofrece garantías"? Si realmente lo creen adviertan cómo de ahora en más la "transparencia" que pregona el macrismo se limita a la "corrupción kirchnerista" sin avanzar sobre la propia. Pregúntese la ciudadanía porqué Baez ha salido de la escena mediática.

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