jueves, 23 de junio de 2016

Educación pública cara

Entre las frases célebres del macrismo (pobreza cero, no me di cuenta, una cuenta offshore no es delito, fiesta kirchnerista - en equivalencia al consumo de las clases bajas -, etc.), la que acaba de expresar el ministro Aranguren merece el primer premio (ya lo perderá seguramente) del glosario oficial. El reconocimiento de que vamos aprendiendo sobre la marcha exige resignificar la expresión para lograr una crítica pura, alejada de cualquier relación con la "pesada herencia" kirchnerista, siempre culpable de los males que azotan al país, incluso aquellos generados luego del 10-12-15.
En primer lugar, la revelación de ir a ciegas apelando al dudoso prueba y error tan caro al ideario de la empresa privada, supone al menos la carencia de un plan sistemático para regularizar la provisión de energía, naturalmente al menor costo posible (comprar gas chileno teniendo a mano el boliviano equivale más o menos a bachear con uranio). Nadie sensato puede admitir que un ministro de la nación cuyos antecedentes lo sindican como exitoso empresario ignore que entre dos precios debe optarse por el menor.
En segundo lugar corresponde señalar la ligereza con que se vierten estas expresiones, actitud que revela total impunidad en la gestión. Si acaso un científico en plena tarea de investigación arriesgara acciones para observar el resultado o conjeturara sobre ciertas posibilidades, en este caso deberíamos aceptar el mecanismo de prueba y error, después de todo el costo del aprendizaje no sería otro que el costo de ejecución de la prueba. Distinto es un error ministerial cuyo costo además de ser elevadísimo debe ser enjugado por el bolsillo de los argentinos, especialmente los más pobres.
Pero lo que definitivamente invalida la conducta del señor Aranguren es emplear el despacho ministerial como aula de CBC para obtener el pase a un nivel de conocimiento que garantice al menos, si no una gestión eficiente, una que no genere perjuicios a la mayoría. Siendo el utilitarismo una corriente de pensamiento ético funcional al liberalismo (siempre optar por el daño menor), sería bueno recordarle a este buen señor que al menos aplique las fórmulas que su ideario proclama.
Para que quede claro: Suponiendo que Aranguren esté donde está para solucionar problemas energéticos y no para decidir en favor de sus propios intereses, como ciudadanos simples reclamamos un nivel de idoneidad en los funcionarios que asegure, de mínima, pruebas y errores menos costosos. De paso, recordarle que si ha venido a educarse en la gestión pública, al menos pague un arancel como reconocimiento por el aporte que todos los argentinos hacemos a su ignorancia.

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