martes, 3 de julio de 2012

Capitalismo populista


El bonito oxímoron del título, ilusión difundida desde que la globalización definió un mundo hegemónico, consiste precisamente en un intento de globalizar a través de la palabra - o la ilusión, que es lo mismo -, un estado de cosas inalcanzable, una suerte de utopía política posmoderna que ofrece la idea de un telos, un fin hacia el que tender. Como el cielo de los pobres, es una reivindicación de esa misma condición que siempre ha encandilado al sur planetario, cada vez más anorteñado. 
La lucha contra la pobreza es una lucha inútil dentro del sistema capitalista signado por la acumulación. En estos términos la paradoja del poder es que se torna inútil cuando no hay sobre quien ejercerlo. Esto viene a propósito del derrumbe de Europa, signo de un capitalismo agónico que está consumiendo sus últimas víctimas. Y cuando a un asesino no le quedan más víctimas su único destino es el suicidio.
Puestos en este escenario, se advierte la ebria conclusión local de que un trabajador no debe pagar impuesto a las ganancias. Si hay ganancias el impuesto es inevitable, en todo caso habrá que revisar el contenido del término "ganancia" y quién la ostenta. En cuanto a la condición de trabajadores, digamos que todos los seres humanos estamos empleados en algo, incluso algunos en no hacer nada. La mayoría transforma la materia, unos pocos multiplican su patrimonio, otros manipulan al prójimo, en tanto una buena cantidad promete lo que saben imposible de cumplir. En la viña del señor abundan "trabajos" legítimos y de los otros, hasta periodistas hay, fíjese. Sucede esta variopinta diversidad porque cada ser humano tiene distintas habilidades e inclinaciones, algunas más frecuentadas que otras por lo tanto menos valorizadas dentro del sistema por aquello de la oferta y la demanda, leyes que el capitalismo propone primordiales para establecer el valor de la mercancía. Así las cosas, hay más barrenderos que cirujanos y más vendedores que jueces, relación que se explica por lo mucho por barrer y lo poco que curar, lo mucho por vender y lo poco que juzgar. En el  capitalismo, claro. ¿Pero es que hay otro sistema para elegir? No, he aquí la dificultad: no hay forma de cotejar, todo lo que nos ha dejado la globalización es la posibilidad de morigerar "lo que hay", una frase con gusto a derrota en tanto toma lo dado como definitivo. Y frente a este estado de cosas, un buen trabajo - ya que de trabajadores quejosos se trata - es revisar lo que hay para propiciar un orden distinto que permita  comparar. Claro, no es fácil. Una línea sería eliminar el término "ganancia" y reemplazarlo por "botín" al estilo de la genuina democracia griega: situar lo obtenido en el medio y que de a uno cada guerrero/trabajador tome una porción solamente. Complicado, son demasiados, pero al menos pensable. Trabajemos la idea.

1 comentario:

  1. Tiene razón Osvaldo acerca de las nuevas definiciones que andan sueltas por allí. El impuesto a las ganancias, es un término poco imaginativo que trata de justificar el ingreso de nuevas aportaciones en aras de aumentar la recaudación. El Estado necesita más dinero para sus gastos, y de alguna parte tiene que sacarlo. Desde hace tiempo los terminos no justifican su rol fundacional.Capitalismo popular es uno de ellos. Pero los dirigentes no quieren verse enconsertados en las terminologias del pasado. Quien dice abiertamente que es Comunista, Liberal, Neoliberal, Neocomunista?. Nadie. Y le hacen aditamentos "de centro", "social", "popular" y otros que sirvan para confundir. Como se explicaria un rico, luchando para incrementar constantemente sus acreencias, y al mismo tiempo luchar por "los derechos de los demas", "por los desposeidos", por "un nuevo orden social", y otras expresiones que se escuchan?: La realidad es distinta a la declamación.

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