martes, 10 de julio de 2012

Votos por un regreso

Ayer sorprendió una reacción popular en varias ciudades del país simultáneamente, reclamando al 10 de Boca Juniors rever su decisión de alejarse del club. Es posible comprender la pasión como expresión humana, incluso como opuesta a la sensatez; es posible también admitir y justificar el fervor por los colores de un club; hasta puede entenderse que ver jugar al ídolo vistiendo la azul y oro provoque felicidad; al fin el síndrome de tribuna es inherente a la condición humana: la gente ha naturalizado el mecanismo de divertirse con la diversión de otro, hábito de marginado, en este caso del futbol-juego que lo reduce a espectador. Hilando más fino aún puede reconocerse en la idolatría, la proyección de frustraciones propias, por ejemplo sentir placer cuando el ídolo desaira a un rival (célebre caño a Yepes), humillación deportiva que redime fugazmente la padecida por el idólatra en el mundo real.
Lo que resulta difícil de entender es que todas estas razones, aun con sus explicaciones, justifiquen una movilización masiva, como si el retorno deseado fuera determinante para el desarrollo de la vida. Suena disonante que frente a tantas urgencias materiales e inmateriales (del orden que fuere: sanitario, económico, espiritual, intelectual, cultural, artístico, educativo, incluso deportivo), una multitud se congregue para pedir el retorno a la actividad de un jugador de fútbol. Sobre todo que las diferencias en su nivel de vida y su modo de ser feliz, son abismales respecto a esa misma multitud (adviértase que frente a las cifras del contrato sólo recibe el desparejo gusto de verlo jugar). No es, aclaramos, un problema inherente al jugador, sino al misterioso mecanismo que impulsa una reacción popular, para reclamar por algo fatuo como una alegría de domingo. No es frecuente la movilización en busca de otras reivindicaciones esenciales para la condición humana (no confundir con las de reclamos salariales o con las alentadas intencionalmente como en el caso de la inseguridad). ¿Será que ésta ha sido impulsada con algún propósito político o por alguna interna asociada a facciones en pugna? Nadie ignora que cualquier candidato electoral, sea a la presidencia de una institución deportiva o a un cargo público, necesita convencer multitudes, monstruo anónimo que "elige" con una ingenuidad que reclama revisar la validez del mecanismo. Sin embargo sería deseable que así sea, de ese modo nos lamentaremos sólo por mayorías aún ingenuas; si realmente fue espontánea deberíamos pensar en algo menos esperanzador: un responso para la humanidad o algo así. No faltará quien juzgue excesivamente crítico el tono de nuestros contenidos, pero la somnolencia que provoca el arrullo de la democracia, reclama sacudones al menos equivalentes para despertar del sueño dogmático.

1 comentario:

  1. Tu visión es acertadisima.Hay ocasiones en que la capacidad de discernimiento esta seriamente cuestionada; nuestro "cholulaje" resulta insoportable y ridiculo. Será una forma de evadir la realidad?

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