jueves, 26 de mayo de 2016

Enveses y reveses

La realidad política siempre debe ser minuciosamente observada y criticada para que ninguna verdad se escurra entre los pliegues del ocultamiento, pero algunas conductas públicas invitan más al humor que al análisis, caso de la dirigencia sindical, hoy a niveles de sainete. Los "gordos" que ayer nomás alentaban paros generales para pagar menos impuesto a las ganancias o a causa del escaso diálogo con la Rosada, esta misma semana reculan frente al veto de la ley antidespidos y el escándalo que significan los aumentos registrados el último semestre. Pero más grave aún que estos trasvestismos políticos, resultan las dos lamentables consecuencias que el fenómeno provoca.
Por un lado la actitud distraída de estos nuevos ricos, no menos predadores que su rival histórico: el gran empresario argentino (y el pequeño también; no perdamos de vista que en medio del fermento pútrido todo gusano acaba creciendo). La desvergüenza llega al punto de promocionar establecimientos vacacionales cuyos servicios sólo reproducen la ostentación alcanzada por sus dirigentes, jamás un beneficio real al alcance del trabajador. A menos que alguien pueda imaginar a un puestero o un cosechero golondrina, siempre ocultos en el trabajo informal y olvidados por sus representantes, disfrutando de un Spa, un baño finlandés o un masaje descontracturante. Ningún dirigente parece recordar que no se trata de que haya mucho para pocos, sino lo mismo para todos. ¿Sabrá el Secretario de los Rurales qué se siente en plena zafra o bajo una helada en la pampa?
La segunda consecuencia es la inacción de las bases, conducta que revela un disciplinamiento feroz de la dirigencia intermedia, esa que a diferencia de la plana mayor todavía trabaja en talleres, fábricas o grandes establecimientos. ¿Será que copian los modelos de sus jefes políticos y están a la caza de algún puestito "de rasguño", para regordearse luego frente a las cámaras de televisión comiéndose las "eses" y dejando las "heces" a sus dirigidos?
La institución sindical nacida al abrigo de los abusos cometidos por el capitalismo desde sus mismos orígenes, es la única alternativa legal para oponerse al vasallaje del poder económico. El trabajador en soledad carece de capacidad de contratación frente al poder del empleador, sobre todo cuando los índices de desocupación crecen tal como está ocurriendo en lo que va del año. En caso de no contar con una representación fiel a las consignas sindicales, inevitablemente sucederán movilizaciones empujadas por el hambre y la desesperación. Y esas, sabemos dónde terminan.

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