miércoles, 7 de noviembre de 2012

8N ó 9D

En esta suerte de batalla naval, el primer misil cae fuera del tablero, es nada, ni siquiera agua. El segundo no sólo cae adentro, sino que también produce avería, pero acaba siendo inocua. Intentemos analizar por qué.
Aquellos que dicen no sentirse identificados con el gobierno y adhieren al 8N, integran la nada ideológica; parecen ignorar en qué consiste el mecanismo que opera la representación democrática, ya que en la última elección votaron, al 54 % o al resto. Si para justificar el acto aducen haberse equivocado deben revisar por qué siguen jugando como siempre, si en cualquier juego la banca gana; son jugadores compulsivos, forman esa población ingenua que cree participar sufragando. Cuando advierten el engaño y pretenden repararlo caceroleando vuelven a confundirse, no advierten que el poder económico - el único, como Dios -, permite soltar algunas flatulencia pero jamás evacuar totalmente el intestino. La analogía es de mal gusto pero resulta bien fidedigna, el electorado siempre debe retener las heces adentro. Creen que hacer ruido los visibiliza.
Los del 9D, en cambio, averían la rumbosa nave enemiga, y eso es bueno, pero caen en otro recurrente error: creer que las heridas infligidas al poder económico disminuye el ejercicio del poder. No es así, el ente se alimenta de su propia sangre, aun herido de muerte renace como el ave fénix para seguir expoliando al mundo. De paso alienta el argumento de que el gobierno se cree dueño de la verdad y avanza sobre la libertad, claro mensaje de que el monstruo se arroga encarnar ambas cosas. Lo grave es que una porción de descerebrados responde a estas consignas y cree que de ese modo gravita. Son como los padres del dolor que ante la pérdida de un hijo reclaman justicia, como si la misma se administrara desde alguna repartición, cuando la causa es el deterioro social, entre otras cosas debido a políticas exclusivas alentadas por los autodenominados adalides de la libertad. Pero peor aún es que el poder económico tenga resto para permanecer agazapado, y socavar al enemigo empleando a esos ingenuos que, así como actúan el 8N, salen a golpear Bancos cuando les confiscan sus ahorros o piquetean rutas para objetar políticas de inclusión. Otra minusvalía del poder político en franca pugna con el económico, es que su fuerza es finita. La del otro no, y a la vez cuenta con un multitudinario ejército de torpes marionetas agitadas mediante hilos mediáticos.

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