sábado, 9 de diciembre de 2023

La libertad avanza XI

55 y 45 son porcentajes que marcan la esperanza y la certeza. La esperanza está referida al saneamiento de la economía, la certeza descansa en que, en el mejor de los casos, ese saneamiento acabará empujando a la gran mayoría de los argentinos a una caída "libre". También 55 y 45 son los años de llegada y salida del denostado populismo local. ¿Casualidades?

Corresponde revisar la última gestión con sentido crítico, cuestión de conocer la causa de sus resultados negativos. Un Estado presente es imprescindible por cuanto su condición de "soberano" permite mediar entre las fuerzas vivas de una nación para evitar la iniquidad y abuso del poderoso ante el más débil, entre el capital y el trabajo, entre el delincuente y el ciudadano probo. Pero su acción debe sostenerse en recursos genuinos que no pongan en riesgo el equilibrio económico de un país. Esto es precisamente lo que ocurrió. El afán de protección sobrepasó las posibilidades. ¿La sequía, la deuda, el FMI, la guerra? No tiene sentido analizar demasiado los motivos, pero sí tener en cuenta que el uso discrecional de fondos espurios disparó una inflación incontenible. En suma, el populismo no debe ser un credo impermeable a las críticas o indefectiblemente seguirá repitiendo errores. Sobre todo que otras gestiones previas tuvieron mejor final con un pueblo que viajaba, compraba acondicionadores de aire y despedía a sus líderes con plazas llenas.

Pero seríamos injustos olvidar la gestión del gobierno saliente dutante sus dos primeros años. El 80% de imagen positiva del Presidente Fernández en esa época, se debió a la inobjetable gestión de la cobertura social y económica ofrecida durante la pandemia. Los ciudadanos, acorralados por un Covid 19 temible y desconocido, aplaudíamos la llegada de cada vuelo de Aerolíneas Argentinas con la salvadora vacuna, veíamos con beneplácito los subsidios a trabajadores y empresas para paliar los efectos de una economía estancada. Y tampoco debemos olvidar que el poder real, el mismo que hoy recibe el bastón de mando, acusaba al Presidente de hacer negocios con Rusia, pretender envenenar al pueblo y tener "encerrada" a la ciudadanía como un cruel carcelero. Y ese mismo poder real alimentaba la protesta de los libertarios para denostar la política de cuidado ejecutada. De esto tampoco hay que olvidarse, simplemente para que cuando estemos en plena "reconstrucción" de la economía, no se nos caiga una lágrima al recordar que entonces podíamos vacacionar y calefaccionarnos. Y para indignarnos, con razón, cuando la "gente de bien" suelte alguna frase como: "Se creyeron que podían comer carne".

Finalmente, advirtamos también que la grieta real no es la que muestra el resultado electoral, está marcada, de un lado, por un 5% de la población que sigue acumulando el 95% de lo producido; del otro, el 95% restante de la población que apenas recibe el magro 5% de lo producido. Y esta es una distorión atávica llamada "lucha de clases", que seguirá vigente mientras prevalezca la ambición de poder sobre el afán de justicia social.

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