Hace unas pocas horas, en este mismo blog nos preguntábamos dónde estaban el peronismo, la CGT y demás integrantes de la oposición, ausentes en la marcha promovida en memoria de los caídos el 20-12-01. La respuesta llegó tras el anuncio que intenta pisotear la democracia con "necesidad y urgencia".
El pueblo auto convocado sin cita previa ganó la calle en todo el país marcándole la cancha al gobierno libertario. Auténtico y contundente, el plebiscito se expresó en contra de una ofensiva "libertad" sin "igualdad" al servicio de pocos para mal de muchos.
La expresión popular es clara. Se trata ahora de saber si la democracia cuenta con antídoto suficiente para limitar el poder de un Ejecutivo empeñado en seguir dando la espalda al Congreso. El problema es técnico pero no menor, ya que el decretazo rige en tanto no se ponga en marcha el mecanismo que obstruya la decisión del gobierno y ese mecanismo no es automático, incluso puede reclamar una decisión judicial cuyos tiempos no siempre contemplan la "necesidad y urgencia" de dicha decisión. No frenar de modo inmediato una medida tan absurda como legítima (el decreto, al fin, es una posibilidad legal), auspiciaría un caos social con todas las secuelas que el mismo implica.
El pueblo marchando a medianoche de un día laborable hacia el centro de la ciudad, es prueba suficiente de cuál fue la decisión final del espontáneo plebiscito 2023. Allí hubo una transversalidad que incluyó expresiones de todos los sectores políticos, sociales, etarios y de género. Ahora es el turno del Congreso, mera representación de un pueblo cuya voluntad ordena poner límite final a la aventura del leoncito de peluche.
Recomendación final: rebautizar la eterna grieta, habida cuenta que el colectivismo, pacífico pero enérgico, acabó sacándole chapa al exclusivismo sectario y represor.
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