sábado, 13 de abril de 2013

Macri y el giro copernicano

Sorpresa entre los beneficiados y escasísima difusión tuvo la decisión de Macri de recortar los subsidios a la educación privada en la ciudad. La palabra oficial es que no hay tales recortes, se mantiene el porcentual de subsidio pero se paga menos según el estado financiero de las arcas porteñas; ergo, hay recorte, cualquier justificación es un derrape del idioma. Quienes conocen la historia del papá de Antonia saben de su desvelo por el descanso, de su devoción por los asesores, de su tenaz incapacidad para elegirlos, y la ternura que inspira su padrón electoral, víctima del síndrome de Fito Páez. Lo que seguramente ignoran (ábamos), es el giro copernicano que ha dado su pensamiento - el exceso en el nombre obedece a que de algún modo debe llamarse a lo que flota en su cráneo -. El hombre un día despertó del sueño dogmático y decidió adscribir a la educación pública negando a los colegios privados los subsidios de siempre. Sí, señores, tal como se oye, los colegios privados deben pagar sueldos de sus propio peculio lo que auspiciará un aumento desmedido de cuotas favoreciendo el efecto cascada, es decir inclinando el plano hacia la escuela pública.
La idea de igualar no es mala, más allá de ser injustificada, arbitraria y no advertida con tiempo a sus perju-beneficiarios. Lo insólito es que provenga de un hombre que da su vida por la iniciativa privada. Y menos comprensible aún considerando que los colegios de mayor facturación son los que han tenido quitas con un menor porcentual de incidencia. Será porque facturan mucho y un porcentaje menor suma tanto o más que un porcentaje mayor en una cifra de facturación pequeña, lo que se da de narices con la supuesta igualdad. Macri quiere plata y punto. Importa un bledo de dónde y cómo venga, y quién sea el perjudicado.
Claro que conociendo los insospechados vaivenes del personaje uno puede imaginar explicaciones acerca del fenómeno. Quizás sea todo producto de un mal sueño, o de una interpretación equivocada de Durangel Barba; o quizás un rayo de Dios lo iluminó como a Saulo de Tarso y de cepillar cristianos a troche y moche, de buenas a primeras decidió velar por la educación pública; también es posible que se haya hartado de tanto aumento de matricula en los colegios privados y haya resuelta angostar la cúspide de la pirámide social. Y por qué no también una represalia contra el Virrey, cuyos hijos y nietos han gozado de la educación privada y mire un poco lo que resulta de la democratización del saber, cualquier ignorante se inflitra, obtiene contratos millonarios - feo eso en la Boca -, y hasta es capaz de coquetear con el fantasma del descenso.

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