miércoles, 31 de enero de 2024

La hora de la verdad

En todos los órdenes, las crisis, además de la convulsión que suponen, son momentos que, bien empleados, suelen acercar soluciones valiosas. Esta encrucijada que vive el país es histórica, un buen momento para verificar si la democracia, por estas regiones, cuenta con mecanismos de defensa ante los atropelladores que aspiran llevársela puesta, amparados en sus pliegues y zonas grises. Tal como en el célebre refrán: "hecha la ley, hecha la trampa", los liberticidas que invocan la libertad como uno de los pilares de la democracia, bien podrían recitar: "hecha la democracia, hecho el libertarismo".

Detrás de toda esta parafernalia construida alrededor del megadecreto y la ley ómnibus, hay un punto clave que puede hechar por tierra toda defensa de la democracia para evitar su atropello: la delegación de superpoderes que, en caso de ser aprobados, puede permitir al monigote habilitar todos los artículos que la oposición cree proteger mediante discusiones maratónicas, amparos, disidencias, rechazos, etc.

Íntimamente, La Libertad Avanza se burla de toda esta puesta en escena a la que el periodismo se asocia con sorprendente ingenuidad. Incluso en el punto donde la oposición hace énfasis respecto de los logros obtenidos, se señala como un triunfo el haber disminuido parcialmente los temas acerca de los cuales se reclaman superpoderes, y en haber reducido el tiempo de vigencia de cuatro años a "sólo uno".

Por momentos hasta parece una actitud conspiradora de todos los sectores para entretener al pueblo con el "arduo y protector ejercicio legislativo" en defensa de los derechos de las mayorías, mientras el país entero se desliza por un agujero negro económico en el que inevitablemente desaparecerán, junto con el Estado, los derechos adquiridos, la industria local, la legislación laboral y las reservas naturales a manos de los "capitales que vendrán a invertir en beneficio del país" (no de su propio patrimonio).

Unas pocas voluntades portando carteles sobre la acera frente al Congreso (y cuidadito con bajar el cordón), no alcanzan para evitar la devastación de estos remozados señores feudales. Si no somos capaces de abrir los ojos ahora, tenemos asegurada la ceguera por, al menos, una par de generaciones. Cómo hacer para no llorar por tí, Argentina. 


 

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